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lunes, 17 de enero de 2011

Anestésicos en el parto


Durante siglos, la noción del sufrimiento para el parto, fue considerado como un hecho indiscutible e inconmovible. El dolor estaba indisolublemente unido al parto, era parte integrante del mismo. La frase bíblica de "parirás con dolor" constituía una sentencia irrevocable. Pero los hombres de ciencia no se daban por vencidos.

Era incomprensible que el acto del parto, acto normal, fisiológico, fuera necesariamente doloroso, en tanto que ninguna manifestación de la vida humana tenía ese carácter. ¿Por qué el acto final de la reproducción iba a tener que causar tanto dolor?

Mirando las cosas desde otro ángulo, ¿por qué el acto más sublime de la vida de una mujer, el de dar a luz un nuevo ser, el de engendrar vida, había de ser doloroso?

Claro está que el proceso del parto es largo. Era difícil hacer la analgesia del mismo con los medios que el hombre disponía. Para que un método anestésico pudiera aplicarse durante el parto, debería ser absolutamente inocuo para la madre y para el hijo y su aplicación poder prolongarse durante todo el tiempo, variable de una mujer a otra, que durara el parto.

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