Además de buscar ayuda con el hijo mayor y las tareas de la casa, durante las primeras semanas con el recién nacido en casa, es aconsejable:
Establecer prioridades. Cuando hay niños en casa siempre queda algo por hacer. Conviene mentalizarse de que durante unas semanas, la vida puede ser un completo caos porque el bebé no tiene un ritmo establecido. No hay ningún apuro por volver a la vida normal.
• Relegar las tareas domésticas a un segundo plano y dar un margen de confianza a la pareja si lo hace despacio o mal. Si lo criticamos o hacemos todo nosotras para terminar antes, le quitaremos las ganas de colaborar.
• Alimentarse bien y no olvidarse de tomar agua y líquidos. Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales y pescados ayuda a tomar fuerzas y a recuperarse antes.
• Descansar lo suficiente y procurar dormir cuando lo haga el bebé, mientras el otro hijo esté en el colegio.
• Intentar mantener la calma y no dejarse llevar por los nervios, porque el recién nacido lo nota y se altera más.
• Anotarse en un grupo posparto donde ir con el bebé mientras su hermano está en el jardín o en el colegio. Los centros de maternidad ayudan a la madre a ajustarse a las necesidades del recién nacido, al tiempo que comparte experiencias con otras mujeres en la misma situación.
• Limitar las visitas hasta que la madre esté recuperada del todo. Su intención es buena, pero pueden resultar agotadoras, especialmente cuando no son de confianza.
• Hablar de los sentimientos. Si se guardan, al final explotan y pueden afectar a la relación de pareja. Desahogarse es primordial.
• Invitar a las amigas a casa, para pasar un rato agradable, y recordar que ser mamá no significa estar todo el día enclaustrada. El aire libre es muy sano y despeja la mente.
• Dejarse ayudar. Intentar hacerse la fuerte es peor.
• Pensar que la etapa más difícil dura poco tiempo y que la alegría compensa el cansancio. Además, la experiencia anterior puede ser útil para desenvolverse con el bebé.
Establecer prioridades. Cuando hay niños en casa siempre queda algo por hacer. Conviene mentalizarse de que durante unas semanas, la vida puede ser un completo caos porque el bebé no tiene un ritmo establecido. No hay ningún apuro por volver a la vida normal.
• Relegar las tareas domésticas a un segundo plano y dar un margen de confianza a la pareja si lo hace despacio o mal. Si lo criticamos o hacemos todo nosotras para terminar antes, le quitaremos las ganas de colaborar.
• Alimentarse bien y no olvidarse de tomar agua y líquidos. Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, cereales y pescados ayuda a tomar fuerzas y a recuperarse antes.
• Descansar lo suficiente y procurar dormir cuando lo haga el bebé, mientras el otro hijo esté en el colegio.
• Intentar mantener la calma y no dejarse llevar por los nervios, porque el recién nacido lo nota y se altera más.
• Anotarse en un grupo posparto donde ir con el bebé mientras su hermano está en el jardín o en el colegio. Los centros de maternidad ayudan a la madre a ajustarse a las necesidades del recién nacido, al tiempo que comparte experiencias con otras mujeres en la misma situación.
• Limitar las visitas hasta que la madre esté recuperada del todo. Su intención es buena, pero pueden resultar agotadoras, especialmente cuando no son de confianza.
• Hablar de los sentimientos. Si se guardan, al final explotan y pueden afectar a la relación de pareja. Desahogarse es primordial.
• Invitar a las amigas a casa, para pasar un rato agradable, y recordar que ser mamá no significa estar todo el día enclaustrada. El aire libre es muy sano y despeja la mente.
• Dejarse ayudar. Intentar hacerse la fuerte es peor.
• Pensar que la etapa más difícil dura poco tiempo y que la alegría compensa el cansancio. Además, la experiencia anterior puede ser útil para desenvolverse con el bebé.
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