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domingo, 20 de marzo de 2011

Niños que chupan cosas

A muchos niños no les basta con sus dedos como consuelo, sino que se aferran a un trapo, toalla, frazada o, incluso, un camisón de su madre. Los llevan consigo a todas partes y los esconden en lugares recónditos donde sólo ellos pueden encontrarlos (por si acaso a algún adulto desaprensivo se le ocurre tirarlos ala basura).

Muchos padres se preguntan por qué su hijo ha elegido precisamente esa toallita, ese trozo de sábana raída o bien un pañal de gasa... Cosas del azar. Pero todos tienen algo en común: lavándolos pierden su característico olor a "nido" y, por lo tanto, todo su encanto, su eficacia. Es decir, en el caso de que nuestro hijo chupe un trozo de tela y a nosotros se nos ocurra lavarlo a sus espaldas, el drama estará servido.

Cuando los pequeños están enfermos, necesitan su trapito más que nunca. Es entonces cuando a los padres les surge la duda siguiente: si el trapo ha sido arrastrado por todas partes, es probable que esté infectado de gérmenes, y a pesar de todas las protestas ¿no sería mejor meterlo en el lavarropa?

Conviene saber que para matar a los microbios basta con someterlos al calor. El trapo puede desinfectarse fácilmente metiéndolo unos minutos en el horno (a una temperatura muy elevada). El calor no afecta al olor característico, que permanece. A medida que los niños crezcan, podrán consolarse hablando de lo que les preocupa y, por consiguiente, ya no necesitarán de la succión como único remedio.

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