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jueves, 7 de abril de 2011

Corralito, un mal necesario


Aproximadamente entre los seis, y diez meses, nuestro pequeño empieza a reptar, consigue sentarse sin ayuda y, finalmente, gatea. Este es un momento apasionante tanto para él como para nosotros, pero encierra ciertos peligros si no tomamos las debidas precauciones cuando el bebé se desplaza corre riesgos de golpearse o acercarse a sí mismos o a nosotros y hacerse daño.

A pesar de esto no es conveniente meterlo dentro del corral constantemente. El bebé necesita descubrir el espacio que le rodea y moverse libremente. Sólo es necesario echar mano del corralito cuando estamos ocupados y no podemos vigilarlo, cuando cocinamos o estamos en el baño.

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