Antes de emplearlos, hay que lavar perfectamente y esterilizar por la ebullición o al vapor el balde, coladores, latas y otros utensilios destinados a la leche.
El agua utilizada para lavar los utensilios y botellas, las ubres de la vaca y las manos del ordeñador y todo lo que toque la leche debe ser limpia y sin contaminación por bacterias patógenas. El empleo de agua contaminada ha dado por resultado serios comienzos de epidemias.
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