La actitud de los abuelos cambia
Y ni hablar de que los abuelos nos ignoran olímpicamente. Mi suegra suele acordarse de que existimos unos cinco minutos después de llegar a su casa con Candela. "Huy, pero si no los saludé todavía. ¿Cómo están?". Respondemos siempre un poco abatidos: "Bien, bien", pero en ese momento su atención se ha concentrado ya sobre una nueva habilidad de Candela, que aprovecha de inmediato para lucirse.
Mis padres, que viven lejos, cuando llaman por teléfono, piden un parte detallado de los progresos de la nieta, de su estado de salud, crecimiento.. .: "¿Cuántos dientes le salieron ya?", "¿Qué tal camina?", "Dice alguna cosita, ¿verdad?". Una vez que consiguen la información, cortan rápido: "Bueno, ustedes bien, •imagino. Por aquí también. Dale un beso a la nietita de parte de los abuelitos".
Al principio me parecía tan lógico que preguntasen por la nena que casi ni me daba cuenta de que pasaban por alto todo lo demás. Sólo cuando contraje una gripe y mi madre me dijo preocupada: "Cuídate, no se la vayas a pasar a Candela. Además, tienes que recuperarte enseguida para poder ocuparte de la nena", me di cuenta de lo que pasaba.
Visto que estoy felizmente atada de por vida a esta criatura, pero que deseo también recuperar mi nombre, mi marido y yo nos hemos decidido a poner coto a la dulce tiranía de nuestra hija: a partir de ahora, en los pocos ratos que nos quedan para disfrutar solos, se hablará de sus gracias -que son muchas, la verdad- en los cinco primeros minutos. Por el momento lo estamos cumpliendo, pero me temo que voy a inundar a mis conocidos con un sinfín de reproches.
Y ni hablar de que los abuelos nos ignoran olímpicamente. Mi suegra suele acordarse de que existimos unos cinco minutos después de llegar a su casa con Candela. "Huy, pero si no los saludé todavía. ¿Cómo están?". Respondemos siempre un poco abatidos: "Bien, bien", pero en ese momento su atención se ha concentrado ya sobre una nueva habilidad de Candela, que aprovecha de inmediato para lucirse.
Mis padres, que viven lejos, cuando llaman por teléfono, piden un parte detallado de los progresos de la nieta, de su estado de salud, crecimiento.. .: "¿Cuántos dientes le salieron ya?", "¿Qué tal camina?", "Dice alguna cosita, ¿verdad?". Una vez que consiguen la información, cortan rápido: "Bueno, ustedes bien, •imagino. Por aquí también. Dale un beso a la nietita de parte de los abuelitos".
Al principio me parecía tan lógico que preguntasen por la nena que casi ni me daba cuenta de que pasaban por alto todo lo demás. Sólo cuando contraje una gripe y mi madre me dijo preocupada: "Cuídate, no se la vayas a pasar a Candela. Además, tienes que recuperarte enseguida para poder ocuparte de la nena", me di cuenta de lo que pasaba.
Visto que estoy felizmente atada de por vida a esta criatura, pero que deseo también recuperar mi nombre, mi marido y yo nos hemos decidido a poner coto a la dulce tiranía de nuestra hija: a partir de ahora, en los pocos ratos que nos quedan para disfrutar solos, se hablará de sus gracias -que son muchas, la verdad- en los cinco primeros minutos. Por el momento lo estamos cumpliendo, pero me temo que voy a inundar a mis conocidos con un sinfín de reproches.
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