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lunes, 14 de marzo de 2011

La influencia de familiares y amigos en la adopción



Aunque resulte asombroso, podemos afirmar, como resultado de la práctica profesional, que los padres adoptantes suelen generar envidia en numerosas personas cercanas, vecinos, amigos y familiares. ¿Por qué?

Porque quienes adoptan son personas que han sido capaces de oponerse al mandato de la Naturaleza: a una biología que decía no, es decir, que no autorizaba un embarazo, estos padres le oponen un sí desde la cultura, desde su posibilidad de amor, desde su generosidad y desde el reconocimiento de su imposibilidad. Es decir, disponen de una solidez emocional que les permite apostar a esta criatura de origen desconocido y a su propia calidad como futuros padres en dicha situación.

Es decir que evidencian poder. Y ante esa evidencia, es frecuente que se desate la envidia de aquellos que dicen o sienten: "Yo nunca podría adoptar". Es la gente que más tarde habrá de mirar con asombro, dudas, y comentarios descalificantes a los adoptivos. Se los reconoce fácilmente. Son aquellos que dicen: "¡Vos sí que tenes coraje! Atreverte a adoptar". O bien: "Qué obra de bien que vas a hacer...," con lo cual colocan al niño en situación mendicante, y no sólo como abandonado-rescatado por la cultura.

También están las vecinas o conocidas que, encontrándose en algún negocio con la madre y el niño, ya grandecito, lo miran y, siendo una criatura ostensiblemente diferente a la madre, le dicen: "Qué lindo ¿A quién se parece?", cuando saben o sospechan que se trata de un adoptivo, poniendo a la adoptante en situación de dar explicaciones. Algo que, personalmente entiendo no conviene que haga. A lo sumo, repreguntarle a la interlocutora: "¿Y qué te parece? Vos que me preguntas, ¿a quién lo encontrás parecido?" Es decir, negarse a hacerle el juego a la pregunta venenosa, invasora, descalificante.

A veces, son los abuelos los que advierten acerca de lo que estiman riesgos de la adopción, así como otros la apoyan fervientemente.