Ya con lo que vimos en el post anterior quedaba demostrado que no era necesario el sufrimiento de la madre para que
el parto se desarrollara normalmente. El
recién nacido bajo el sueño hipnótico era tan normal como el nacido bajo el dolor.
Justamente estas son las dos grandes
virtudes de la hipnosis:
- el parto transcurre normalmente y sin dolor;
- el hijo es absolutamente normal.
Pero la hipnosis tenía algunos
inconvenientes que impedían que su aplicación se extendiera:
- Además del "partero" era necesario la presencia del "hipnotizador".
- La mujer durante el parto no tenía conciencia de lo que estaba pasando. Ella obedecía las órdenes pero no participaba activamente en su parto.
Esto explica que a pesar de la eficacia del método, sus beneficios alcanzaran a muy pocas mujeres. Después de 10 años de aplicación de la hipnosis en el parto se llegaba a la siguiente conclusión: el promedio de partos efectuados en esas condiciones durante ese tiempo era de UNO por día.