Tengo un
bebé de 14 meses que todavía sigue tomando el pecho y yo no puedo y no quiero quitárselo. A los tres meses comenzó con los jugos, casi entrando en los cuatro se inició con las papillas y ya a los ocho meses podía comer casi de todo. Sin embargo, en ese momento Jonathan se cansó de los jugos, papillas, manzanas ralladas y yogures y, desde entonces, es un drama a la hora de comer. Después de la cuarta o quinta cucharadita, no quiere nada más. Eso sí, el pecho lo toma cuando quiere. Pero si se trata de otro tipo de alimentos, se niega y llora en una forma desgarradora, como si se quedara sin respiración. Mi miedo es que, al comer poco, no reúna las vitaminas necesarias, se debilite y esté propenso a contraer cualquier enfermedad.
Haces referencia a los
berrinches de tu hijo
a la hora de comer, pero no señalas cuántas veces por día toma el pecho. No es difícil deducir que deben ser varías. Seguramente se llenará la panza comiendo de a ratitos, lo que dificulta aún más la adaptación a la cuchara y a la comida sólida.
Todo esto hace pensar que no has tenido el apoyo necesario en el momento de empezar su alimentación, lo que hubiera sido sumamente útil dado el vínculo tan especial que se crea en torno del pecho.
Evidentemente, ha llegado el momento de empezar a dejar algunas tomas y reemplazarlas por otros alimentos
para que el bebé crezca sano y fuerte. No estoy de acuerdo con los profesionales que recurren a la medicación para estimular el apetito, en vez de dedicarle más tiempo a las consultas. El paso del pecho a otro tipo de alimentación puede resultar dificultoso y las mamas deben recibir la orientación adecuada.
Recuerda que después de la lactancia materna, el senos pueden quedarte de forma temporal con un efecto de aumento mamario, para ello es recomendable realizar ejercicios y masajes para que vuelvan a quedar en su estado normal.