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Aborto involuntario

 #abortoinvoluntario #aborto #perderembarazo #embarazoproblemas #embarazoperdido En los embarazos no deseados , se enfrentan a un a...

miércoles, 23 de marzo de 2011

El contacto con mamá



La alteración de los mecanismos biológicos, naturales, normales, permiten la instalación de situaciones traumáticas que condicionarán el futuro. La perturbación de referencia consiste en separar inmediatamente a la madre de su hijo, tal como es práctica común en la mayoría de los hospitales.

Desgraciadamente, el género humano puede aportar ejemplos sobre los efectos nefastos que ejerce la separación del binomio madre-hijo. Existen evidencias del siglo pasado sobre la mortandad de los niños abandonados por sus madres en orfelinatos.

Un médico logró disminuir notablemente el tiempo de permanencia de los niños internados en su sala, con el simple y revolucionario hecho de colocar una silla al lado de la cama de cada niño, para permitir la presencia continua de la madre.

Desgraciadamente, se ha encontrado, entre los niños que ingresan a los hospitales golpeados por sus madres, una alta frecuencia de un pasado de incubadora, donde habían recibido lo mejor de la tecnología, pero habían sido privados del contacto y afecto materno.

Si aceptamos la posibilidad de habernos equivocado, de que en nuestro deseo de ayudar hemos cometido errores, el milagro del nacimiento podrá ser vivido de un manera plena. El pasaje de pareja a familia será así un acontecimiento feliz, un derecho que nadie debe soslayar.

martes, 22 de marzo de 2011

La idea de adoptar un niño



Aceptando los resultados de los estudios realizados, y decididos a tener un hijo, ya que no pueden hacerlo, se inician las conversaciones entre ese hombre y esa mujer que renuncian a ver crecer el vientre fecundo, para sustituir esa espera por otra, ensayando el amor -imaginario por el momento-, hacia esa otra criatura que nacerá de una mujer desconocida y ajena.


Es habitual que hombres y mujeres se inquieten ante la posibilidad de incorporal en los vínculos familiares a esa otra criatura; que teman lo que se denomina herencia y que, por lo general, no preocupa tantc desde la salud física sino desde una perspectiva psicológica: "¿Traerá alguna mala costumbre, heredada de los otros?" Lo cual se suma al temor ante la herencia biológica que, suponen, podría significar alguna enfermedad grave o incurable.

Al respecto, será conveniente tener en cuenta que los niños que se adoptan a través de trámites legales, pasan por una consulta pediátrica, previa a la adopción, lo que garantiza su estado de salud. No es frecuente encontrar esa temida herencia orgánica, exceptuando alguna situación que pueda aparecer a lo largo de los años, tal como podría ocurrir con un hijo biológico.

Una interpretación de este miedo a la "enfermedad o herencia" del niño, nos conduce a una hipótesis opuesta a dicho temor: quienes en realidad tienen un padecimiento, una alteración, son los futuros adoptantes.

Quienes sufren esterilidad o infertilidad son ellos. La angustia que eso produce, el horror ante la propia imposibilidad determina que se proyecte el miedo a "lo malo" en el futuro hijo, cuando en realidad quienes se sienten portadores de dicho "mal" son los padres.

Al margen de estos matices, es preciso reconocer el progresivo incremento de la esperanza. Como resultado de las conversaciones con otros adoptantes, cada pareja va adquiriendo nociones respecto del adoptar, de los problemas y disfrutes que provee y, especialmente, de la posibilidad de organizar una familia tomando como base la adopción. Y como fundamento la esperanza de sentirse llamados papá y mamá.

lunes, 21 de marzo de 2011

Cambios en la personalidad del niño



Unos son revoltosos en casa y santitos al llegar al jardín; otros parecen criaturas inocentes en el hogar y terremotos en el colegio. ¿A qué se deben esos cambios?

Cuando Gonzalo, de tres años, apareció por la mañana en el jardín, todos los chicos hicieron un círculo a su alrededor. El pequeño comenzó a hacer muecas, sacar la lengua y, finalmente, soltó un par de palabrotas recién aprendidas que ni siquiera entendía. Al oír esto, su madre exclamó horrorizada: "¡No es posible! ¡En casa ni abre la boca!".

Caras de asombro, extrañeza e incredulidad son las reacciones más habituales cuando los padres se enteran de cómo se comportan sus hijos en el jardín. Muchos de ellos no pueden comprender por qué su pequeño, tan tímido y calladito, se convierte de pronto en el payaso del grupo, en un descarado o camorrero..., Y si desconcertante resulta descubrir que nuestro angelito es, fuera del hogar, una criatura insoportable, no lo es menos saber que el chiquitín de la casa desordenado y contestador, se comporta en el jardín como un ser adorable.

Cambios sin importancia

Este tipo de transformaciones son completamente normales en el ámbito del jardín, donde casi ningún niño se porta de la misma manera que en su casa. En general, los niños ensayan y adaptan su comportamiento a cada situación. Saben perfectamente lo que pueden permitirse hacer y con quién. Y esto también se observa en la familia. Así, el pequeño puede atreverse a tomar la comida del plato con las manos delante de mamá, y probablemente utilice siempre el tenedor en presencia de papá.

La "doble personalidad" de los niños se manifiesta claramente en el jardín. Allí los límites suelen ser mucho más flexibles y los niños pueden hacer tonterías, gritar, patalear... Casi todo está permitido. Esta tolerancia anima a los pequeños a probar nuevos papeles. Sobre todo aquéllos que jamás practicarían en casa.

domingo, 20 de marzo de 2011

Niños que chupan cosas

A muchos niños no les basta con sus dedos como consuelo, sino que se aferran a un trapo, toalla, frazada o, incluso, un camisón de su madre. Los llevan consigo a todas partes y los esconden en lugares recónditos donde sólo ellos pueden encontrarlos (por si acaso a algún adulto desaprensivo se le ocurre tirarlos ala basura).

Muchos padres se preguntan por qué su hijo ha elegido precisamente esa toallita, ese trozo de sábana raída o bien un pañal de gasa... Cosas del azar. Pero todos tienen algo en común: lavándolos pierden su característico olor a "nido" y, por lo tanto, todo su encanto, su eficacia. Es decir, en el caso de que nuestro hijo chupe un trozo de tela y a nosotros se nos ocurra lavarlo a sus espaldas, el drama estará servido.

Cuando los pequeños están enfermos, necesitan su trapito más que nunca. Es entonces cuando a los padres les surge la duda siguiente: si el trapo ha sido arrastrado por todas partes, es probable que esté infectado de gérmenes, y a pesar de todas las protestas ¿no sería mejor meterlo en el lavarropa?

Conviene saber que para matar a los microbios basta con someterlos al calor. El trapo puede desinfectarse fácilmente metiéndolo unos minutos en el horno (a una temperatura muy elevada). El calor no afecta al olor característico, que permanece. A medida que los niños crezcan, podrán consolarse hablando de lo que les preocupa y, por consiguiente, ya no necesitarán de la succión como único remedio.

sábado, 19 de marzo de 2011

¿Dientes en peligro?



Otra preocupación de los padres con niños muy aficionados a chupar es el bienestar físico de sus hijos. Temen que al tener algo metido en la boca durante tanto tiempo, los dientes o el paladar puedan verse perjudicados. Los especialistas en ortodoncia infantil no comparten sus temores, siempre y cuando los niños no tengan la boca constantemente llena.

En el peor de los casos, el exceso de presión en la boca frenaría el desarrollo normal del paladar. Este se va abombando y, en consecuencia, el maxilar superior resulta excesivamente estrecho: los molares superiores se adelantan al carecer de espacio, y al cerrar la boca, ya no coinciden con los de abajo.

Si esta malformación llega a producirse, requerirá un tratamiento específico. El primer paso consistirá en lograr que el pequeño mantenga los dedos fuera de la boca. Eso es difícil de conseguir, pero absolutamente necesario. Antaño se recurría a métodos que hoy en día se consideran una barbaridad como, por ejemplo, untar los dedos con algún líquido amargo o poner a los niños guantes durante la noche. Incluso se llegaba a vendarles las manos. Sistemas no sólo salvajes, sino también inútiles.

La única manera de conseguir resultados positivos es mostrarse comprensivo, averiguar por qué un niño se chupa el dedo más allá de lo normal, o qué se le impide desprenderse del chupete e intentar ayudarlo a superar su problema desde "dentro".

jueves, 17 de marzo de 2011

El bebé en el parto



El parto ha comenzado, Las contracciones del útero ya no pueden ser frenadas con la eficacia previa; se hacen más frecuentes y más intensas. El bebé comienza a percibir que la falta de oxígeno es cada vez mayor y se siente amenazado. Se ve enfrentado a la alternativa: quedarse y afrontar ia posibilidad de asfixiarse, o emprender un angustioso viaje a lo desconocido. La perspectiva no es alentadora, La solución es: ¡salir o... salir!

Recibamos a nuestro invitado a la vida tratando de que su llegada sea lo menos angustiante posible, sin ruidos que aturdan ni luces que enceguezcan. El viene a nuestro mundo con los ojos abiertos, asombrado por la maravillosa aventura que le espera. Dispuesto a oír todas las palabras de ternura guardadas durante nueve meses. Permitamos el encuentro luego de la angustia de la separación. Que se sienta protegido, amparado, en paz.

El parto, para los padres y el nacimiento, para el bebé, constituyen los momentos de la vida con mayor repercusión emocional, de manera que resulta comprensible que, de acuerdo con el curso que ellos tomen, su influencia se hará evidente en la vida posterior. Pero de la trilogía mencionada, el más afectado es el recién nacido. Su vida comenzó nueve meses antes, pero es virgen de emociones intensas. Existen razones biológicas que permiten asegurar que el bebé, realmente se "juega" la vida en el momento del nacer.

martes, 15 de marzo de 2011

El bebé prematuro



A través de la sonda respiratoria, se administra al prematuro un medicamento para el fortalecimiento de los pulmones. Los niños no gritan, pues las sondas bloquean las cuerdas vocales.

Para los padres, la primera mirada dentro de la incubadora es, en la mayoría de los casos, un shock. Con timidez, buscan el contacto físico con su hijo.

Una Unidad de Cuidados Intensivos del Centro de Prematuros. Algún monitor siempre indica situación de alarma, ya que el estado de los pacientes cambia en pocos minutos.

Un chupete y el delicado cepillado de la cabeza. Comprobar que las grandes manos pueden prodigar algo más que sufrimiento es también una experiencia vital para los prematuros.

lunes, 14 de marzo de 2011

La influencia de familiares y amigos en la adopción



Aunque resulte asombroso, podemos afirmar, como resultado de la práctica profesional, que los padres adoptantes suelen generar envidia en numerosas personas cercanas, vecinos, amigos y familiares. ¿Por qué?

Porque quienes adoptan son personas que han sido capaces de oponerse al mandato de la Naturaleza: a una biología que decía no, es decir, que no autorizaba un embarazo, estos padres le oponen un sí desde la cultura, desde su posibilidad de amor, desde su generosidad y desde el reconocimiento de su imposibilidad. Es decir, disponen de una solidez emocional que les permite apostar a esta criatura de origen desconocido y a su propia calidad como futuros padres en dicha situación.

Es decir que evidencian poder. Y ante esa evidencia, es frecuente que se desate la envidia de aquellos que dicen o sienten: "Yo nunca podría adoptar". Es la gente que más tarde habrá de mirar con asombro, dudas, y comentarios descalificantes a los adoptivos. Se los reconoce fácilmente. Son aquellos que dicen: "¡Vos sí que tenes coraje! Atreverte a adoptar". O bien: "Qué obra de bien que vas a hacer...," con lo cual colocan al niño en situación mendicante, y no sólo como abandonado-rescatado por la cultura.

También están las vecinas o conocidas que, encontrándose en algún negocio con la madre y el niño, ya grandecito, lo miran y, siendo una criatura ostensiblemente diferente a la madre, le dicen: "Qué lindo ¿A quién se parece?", cuando saben o sospechan que se trata de un adoptivo, poniendo a la adoptante en situación de dar explicaciones. Algo que, personalmente entiendo no conviene que haga. A lo sumo, repreguntarle a la interlocutora: "¿Y qué te parece? Vos que me preguntas, ¿a quién lo encontrás parecido?" Es decir, negarse a hacerle el juego a la pregunta venenosa, invasora, descalificante.

A veces, son los abuelos los que advierten acerca de lo que estiman riesgos de la adopción, así como otros la apoyan fervientemente.

sábado, 12 de marzo de 2011

Chuparse el dedo



Los niños poseen una formula mágica para ahuyentar las penas o conciliar el sueño. Basta con meterse un dedo en la boca y ¡a chupar! Pero no todos tienen el mismo estilo...

Chupar es vital para los bebés: es la única forma de procurarse alimento y, además, de conseguir satisfacción, consuelo y serenidad.

Es esta una costumbre que no se acaba con la época de lactancia. Cuando un niño de esta edad se siente triste o necesita consuelo, suele llevarse algo a la boca instintivamente. Un largo viaje en coche, una sensación de peligro (aunque éste no sea real), la oscuridad de la noche.... todo se hace más llevadero chupando.

Es fácil comprobar que esto ocurre con mucha frecuencia, especialmente a la hora de irse a la cama. Casi todos los niños se duermen succionando algo (los dedos, el chupete, un muñeco o su trapito). Chupar les trae recuerdos de cuando se quedaban dormidos sobre el pecho de su madre, después de mamar; es decir, les da confianza y seguridad. Eso sí, cada niño suele tener su propia técnica.

viernes, 11 de marzo de 2011

Lactancia materna y muerte súbita



Además de las diferentes posiciones para que el bebé duerma, de evitar el humo del cigarrillo en el ámbito donde él está, de no abrigarlo demasiado, etc., para evitar el síndrome de muerte súbita del lactante es fundamental estimular la lactancia materna. El bebé alimentado con el pecho está más protegido de infecciones virales y de gastroenteritis.

El síndrome de muerte súbita del lactante produce mucha angustia y temor en los padres, pero no se evita ignorándolo o no hablando del tema. Por el contrario, se previene tomando todos los recaudos que hemos señalado y dándole la importancia que merece.