Aceptando los resultados de los estudios realizados, y decididos a
tener un hijo, ya que no pueden hacerlo, se inician las conversaciones entre ese hombre y esa mujer que renuncian a ver crecer el
vientre fecundo, para sustituir esa espera por otra, ensayando el amor -imaginario por el momento-, hacia esa otra criatura que nacerá de una mujer desconocida y ajena.
Es habitual que hombres y mujeres se inquieten ante la posibilidad de incorporal en los
vínculos familiares a esa otra criatura; que teman lo que se denomina herencia y que, por lo general, no preocupa tantc desde la salud física sino desde una perspectiva psicológica: "¿Traerá alguna mala costumbre, heredada de los otros?" Lo cual se suma al temor ante la
herencia biológica que, suponen, podría significar alguna enfermedad grave o incurable.
Al respecto, será conveniente tener en cuenta que los niños que se adoptan a través de trámites legales, pasan por una
consulta pediátrica, previa
a la adopción, lo que garantiza su estado de salud. No es frecuente encontrar esa temida herencia orgánica, exceptuando alguna situación que pueda aparecer a lo largo de los años, tal como podría ocurrir con un hijo biológico.
Una interpretación de este miedo a la "enfermedad o herencia" del
niño, nos conduce a una hipótesis opuesta a dicho temor: quienes en realidad tienen un padecimiento, una alteración, son los futuros adoptantes.
Quienes sufren
esterilidad o infertilidad son ellos. La angustia que eso produce, el horror ante la propia imposibilidad determina que se proyecte el miedo a "lo malo" en el futuro hijo, cuando en realidad quienes se sienten portadores de dicho "mal" son los padres.
Al margen de estos matices, es preciso reconocer el progresivo incremento de la esperanza. Como resultado de las conversaciones con otros adoptantes, cada pareja va adquiriendo nociones respecto del adoptar, de los problemas y disfrutes que provee y, especialmente, de la posibilidad de organizar una familia tomando como base
la adopción. Y como fundamento la esperanza de sentirse llamados papá y mamá.